Gracias al advenimiento del exponencial desarrollo tecnológico, en los últimos 40 años las TRA, han significado una verdadera revolución contemporánea en un concepto tan dinámico y clave para una sociedad como lo es “la familia”.
El modo en que la misma es concebida devela la manera de ser de una sociedad. El concepto de familia no solo cambia de una cultura a otra, sino que también evoluciona a través del tiempo dentro de una misma comunidad.
Las TRA se denominan así, precisamente, por que intervienen terceras personas, ya sea un médico, un biólogo, un/una donante y/o una gestante, colaborando con el deseo de paternidad de una pareja o persona. La procreación sale del ámbito de lo íntimo, y el vínculo es “asistido” por otro, que favorece el embarazo a través de la aproximación artificial de las gametas.
Las TRA han sido controversiales en sus comienzos por dilemas jurídicos, éticos y sociales, pero en la actualidad son una absoluta realidad.
Actualmente es posible, por ejemplo, mediante la vitrificación de ovocitos, que una mujer que no desea maternidad inmediata o inclusive, aquella que enfrenta un diagnostico oncológico, preserve su fertilidad congelando sus óvulos para utilizarlos luego cuando lo desee; que una pareja infértil que requiera una fertilización in vitro pueda, mediante el diagnóstico genético preimplantatorio, biopsiar y estudiar los embriones antes de transferirlos al útero, para disminuir el riesgo que conlleva la paternidad después de los 38 años, pudiendo no solo conocer el sexo del embrión sino también evitando la transferencia de embriones genéticamente anormales. Es posible también que una mujer con óvulos de mala calidad o ya en menopausia, logre un embarazo a través de óvulos donados -ovodonación-, o varones con ausencia o alteraciones seminales puedan alcanzar la paternidad a través de semen donado.